domingo, 13 de diciembre de 2009

Prohibida.


Hacía horas que estaba sentado allí, junto a la pequeña barra y no había podido quitarle los ojos de encima. Sabía que sería difícil, sabía que me costaría soportarlo, pero verla allí, vestida de blanco y sonriente junto a otro hombre era algo difícil de resistir, casi imposible y aún más sabiendo que aquel hombre era mi propio hermano. Su cabello castaño y sedoso se movía al compás de la música mientras bailaba con su reciente esposo, haciendo que su vestido se elevara a su alrededor con cada paso. Qué habría dado por ser yo quien ocupara el lugar de mi hermano, por sonreír junto a ella, por gritarle al viento cuánto la amaba. Sin embargo mi papel era otro y no había nada que hacer para remediarlo.
— ¡Joe, es tu turno para el vals! —exclamó Nicholas desde la multitud, mientras hacía señas para que me acercara hacia él.
Me limité a asentir con la cabeza y me volteé hacia el barman.
— Otro tequila —ordené.
Bebí el trago de una sola vez y apoyé el vaso sobre la barra junto a los demás. Aquello me ayudaría a soportar lo que vendría. Me puse de pie y caminé hacia mi hermano, quién abrazaba a su mujer por la cintura. Debía controlarme, tenía que fingir que todo estaba bien, que me encontraba feliz por ellos.
— ¿Pensabas escaparte y no bailar con la novia? —bromeó él y se separó de ella para darme espacio.
Me limité a sonreír y Nicholas se alejó devolviéndome el gesto para luego comenzar a bailar con su suegra, dejándome totalmente solo con ella. Sin decir una palabra, la tomé con firmeza de la cintura y entrelacé mis dedos con los suyos; una de sus manos se posó sobre mi hombro y comenzamos a dar vueltas al compás. Era tan placentero sentir su cuerpo ante mi tacto y a la vez tan desesperante; estaba consciente de que jamás volvería a sentirla como alguna vez lo había hecho antes.
— ¿No vas a decir nada?
Su pregunta me tomó de sorpresa y fruncí el ceño, confundido.
— ¿Debería? —inquirí sin dejar de mirarla.
— Eso creo —respondió sin despegar la mirada— no te he oído acotar nada desde que llegamos
Reí con sarcasmo.
— Lamento no haberle comentado lo hermosa que está la fiesta, señora —murmuré con ironía— realmente estoy muy contento de que sea la mujer de mi hermano, me desborda la alegría
— Joe… —comenzó ella pero yo la interrumpí.
— No sabes las inmensas ganas que tengo de besarte en estos momentos, Cami —solté— lo haría ahora mismo si no quisiera arruinar la felicidad de mi hermano
— No sabes lo que dices —negó ella sacudiendo la cabeza de lado a lado.
— No finjas, ambos sabemos lo que sientes por mí
— Has tomado demasiado —insistió ella e intentó separarse, pero yo fui más rápido y acabó encarcelada entre mis brazos— Suéltame, Joe, me haces daño
— ¿Qué hay de aquellas noches a escondidas que pasaste junto a mí? —continué, ignorándola. Sabía que no servía de nada reprochar, pero lo necesitaba. Necesitaba que ella sintiera aunque fuera una parte del dolor que me estaba carcomiendo a mí— ¿Las has olvidado? ¿Me has olvidado? Créeme que no miento cuando digo que yo no te he olvidado a ti
Las lágrimas se agolparon en sus ojos e intentó zafarse de mí una vez más sin éxito alguno.
— Estoy con Nicholas, Joseph —suplicó— por favor, no hagas todo más complicado
— Júrame que me has olvidado —ordené— y te dejaré ir
Desvió su mirada y tomé su mentón para obligarla a dirigir la vista nuevamente hacia mi rostro.
— Júralo
— No te he olvidado —respondió entre dientes y las lágrimas que hasta entonces había retenido se deslizaron por sus mejillas— Jamás podría hacerlo, eres lo mejor que me ha pasado
— ¿Qué sucede aquí? — Intervino Nicholas y Cami secó sus lágrimas rápidamente— ¿Por qué está llorando? —me acusó mientras la tomaba en brazos.
—Nada importante, Nick —aseguró ella— no hay de qué preocuparse, simplemente me emocioné, nada más
—Recordando viejos tiempos —añadí.
Cami agachó la cabeza y Nicholas presionó sus brazos con fuerza alrededor de ella.
—Eres tan sensible, amor —susurró con una sonrisa y besó su cabellera.
—Una bebida me llama —interrumpí. Realmente deseaba alejarme de aquella escena empalagosa rápidamente— los veo luego, disfruten
Me alejé nuevamente hacia la barra y ordené otro trago. El alcohol era mi único amor fiel.


END.

Consuelo ♥

2 comentarios:

  1. estaban perdidasss.... menos mal volvieron

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  2. Que triste la historia :(
    Gracias por pasar por mi blog
    Espero que suban cuentos mas seguidos me gustan mucho los que e leido
    Besos que les valla bien
    xau

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