lunes, 26 de abril de 2010

Hope you feel like I feel

—Por favor cariño hazme el favor de traerme el correo.
—Si mamá—Dije después de haberme terminado el desayuno.

Me puse un suéter y salí despeinada "nadie me va a ver" pensé. Era viernes y apenas las 5 de la madrugada, ni siquiera había salido el sol y la luna seguía totalmente visible.

Yo vivía en un pueblo dentro de un pequeño apartamento. Las puertas de este estaban muy pegadas que apenas y podías caminar por los pasillos. Salí rápido por que quería dormir un poco más, pero gracias a lo torpe de mis movimientos cuando abrí la puerta había chocado contra alguien y caí al piso.

—Perdón, fue mí culpa—Dijo una voz. Se me hiso conocida pero no imaginaba de quien.
—No te preocupes. Estoy bien—Contesté cuando me ayudo a levantar. Vi que era un chico totalmente cubierto de la cara por una bufanda negra. Solo se podían ver sus ojos café y su cabello ondulado. Eso me dio miedo ya que podía ser alguien que me quisiera hacer daño, o un secuestrador. Entonces decidí no ir por el correo.

—Bueno, hasta luego—Dije rápidamente abriendo la puerta de mi casa.
— ¡Espera!—Me agarró del brazo—Es que... necesito ayuda, no conozco este pueblo y necesito alguien que me guie.
— ¿Pero...? no te conozco, ¿Como se que eres confiable?
—Solo confía en mí—Me miro a los ojos, fue como si me hubieran hipnotizado.
—Entonces—Dije embobada, el seguía mirando mis ojos—Descúbrete la cara, quiero saber quien eres.
—Ágamos un trato—Cambió el tema.
— ¿Cual?
—Si tú me ayudas a llegar al aeropuerto, me descubro la cara.
— ¡El aeropuerto! esta muy lejos, deberías ir con otra persona.
—Te prometo que no te arrepentirás, y luego sabrás por que me cubro.
— ¿Que edad tienes?— Tenía que preguntarlo, ¿Que tal si era un señor o alguien mucho mayor que yo?
—17.
—Estoy confiando en ti, nunca lo haría pero haré una excepción hoy.
—Gracias, te lo agradeceré toda mi vida.

Jamás me iba imaginar lo lejos que iba a llegar este día. ¡Yo solo iba a traer el correo!

—Mamá, lo siento es que...—"Piensa en una escusa"—Es que... llegó el transporte, ya no pude sacar el correo—Esta era la mentira más ridícula que jamás había dicho.
— ¿Tan temprano?
—Lo sé. ¿Que pasa con el chofer? Bueno nos vemos en la tarde. Te quiero mucho—Salí corriendo, (se notaba mi nerviosismo). El chico ahora estaba sentado en el piso esperándome.
—No tengo mucho tiempo así que tenemos que irnos ya. Nos iremos por metro, pero para eso tenemos que caminar unas cuadras.

Caminamos por las calles vacías donde dominaba el total silencio, corría una brisa de aire que hacía a mi cabello despeinado, todavía más despeinado. Él jamás paraba de mirar mi rostro, y se le salía una risita casi muda cada vez que hacía un movimiento extraño (Era divertido) era como si nos comunicáramos con los gestos en ves de las palabras y no me sentía incomoda.

—Ya que estaremos juntos por un tiempo ¿Por que no me dices tu nombre?—Le dije. Note que se puso algo nervioso.
—Jerry. ¿Y el tuyo?
—Camila—Contesté. Sabía que estaba mintiendo— ¿Y por que cubres tu cara? espero que no te moleste la pregunta ni nada.
—No me molesta, es solo que prefiero decirte después.
—Mientes—Le dije cuando subíamos las escaleras para el metro.
—Yo te prometo a ti Camila decirte mi identidad si me llevas al aeropuerto—Se incoó frente a mi, algo demasiado chistoso que no pude contenerme la risa, él rió conmigo.
— ¿Es que no crees que la gente nos mirará raro cuando entres al metro todo cubierto?
—No, aparte yo te lo voy a pagar—Me dijo cuando sacaba su cartera de la bolsa trasera de sus pantalones.
—No, no... Yo tengo aquí, no es mucho—Agarré su mano para evitar que sacara el dinero. Fue algo raro por que fue como una conexión. Traté de que no notara lo que había sentido poniéndome seria (Él hiso lo mismo) pero estábamos tan concentrados en eso que la cartera se nos cayo hasta la calle.
—Creo que se cayo—Me dijo después de quedarnos como bobos.
—Si—Reímos. Ninguno quería ir por ella hasta abajo. Pero cuando miramos un señor la había agarrado y se había ido corriendo.
— ¡Mi cartera!—Dijo, y se fue corriendo tras de él. No tenía otra opción más que seguirlo (Aunque corría muy rápido debo admitir). Hasta que lo alcanzamos, para eso nos encontrábamos en medio de una calle totalmente vacía y el sol apenas salía formando una linda vista. El señor tiro la cartera y enseguida huyo.

—Se llevó todo el dinero—Dijo "Jerry" cuando la recogió del piso
—Espera... ¿Que es esto? ¡Una identificación!
—Camila dámela por favor.

Ya era muy tarde, la había visto decía: Nombre: Nicholas Jerry Jonas.
Me quede en shock.

—Eres... Nick Jonas—Susurré y me fui acercando lentamente. Él no dijo nada—Pero...—Le fui quitando la bufanda delicadamente, podía ver su hermoso rostro. No podía creer que era él. Él sol podía iluminar el lugar donde estábamos—Todo el tiempo estuviste conmigo.
—Si, es que no quiero que te enojes.
—Nick no estoy enojada—Le sonreí—Simplemente es inesperable—Empecé a reír de felicidad. Me había imaginado tanto este momento, pero nunca así— ¿Jerry? pensé que en la mañana había mentido tan mal a mi mamá, pero como me dices tu segundo nombre—Reí, ese día algo pasaba conmigo que estaba tan feliz. Lo bueno es que el tenía una sonrisa de pena.
—Bien, ahora no tenemos dinero—Rió como si los problemas se resolvieran con eso aunque ayuda mucho.
—Y estamos perdidos—Agregue—Supongo que no fui una buena guía.
—Esta bien, admite que fue divertido.
—Lo admito.
—¿Y ahora a donde vamos?
—Puedo hablarle a una amiga, ella nos puede llevar hasta el aeropuerto.

Le llamé a una amiga llamada Consuelo que por suerte estaba en el baño de la escuela y no en clases así que le dimos la dirección y esperamos a que viniera.

—¿Y a que cuidad te vas?—Le pregunté.
—A New York—Agachó la cabeza.
—Eso... esta lejos—Asentí con tristeza.

En eso llegó Consuelo en su carro convertible blanco. Se quedo boca abierta al verlo. Le explicamos todo.
—Comprendo todo, no se preocupen. De hecho por aquí vive una amiga—Estaba haciendo una escusa para que me quedara con Nick—Y me tengo que ir, yo les presto el carro.
—Gracias—Dijo Nick. Ella me guiño el ojo, por una parte se lo agradecía. Nos metimos al carro y Nick decidió manejar.
—Te voy a extrañar—Dijo él después de mucho tiempo sin hablar. Se veía tan lindo manejando.
—Te dije que escogieras a otra persona. ¿Por que me haces esto? es como si te estuvieran despertando de tu sueño cuando apenas empieza.
—Nunca fue mi intención.
—Pero es que no entiendes lo que siento—Mis ojos empezaron a caer en lagrimas.
—Eso no es cierto. Yo te comprendo ¿Y que si siento lo mismo?
—No lo sé—Sentí una gota en mi mejilla, al parecer comenzaba a llover, por esto odiaba los carros convertibles—Y ya mero llegamos—Le avisé cortantemente, él me miro con cara triste.
—Quizá nunca debí hablarte—Contestó.
—Yo nunca debí de aceptar ese trato. Ni siquiera quería que fueras tú.
—¿No lo querías? entonces por que dijiste que era tu sueño.
—Estaba equivocada—Empezó a llover aun más fuerte.

Nick de repente freno el carro y bajó de el, después se acercó a mi puerta y me cargó.

—¡No, bájame!—Dije como una niña pequeña.
—Yo si lo quería—Gritó ya que la lluvia hacía que nuestras voces se escucharan menos.
—Yo también lo quería—Gemí.
—Entonces sentimos lo mismo.

Sin decir más acercamos nuestros labios en un ligero movimiento, desde que se rozaron ya no pude escuchar la lluvia. Fue la mejor solución a todos nuestros problemas, lo tenía ahora sin importar lo que pasaría en el futuro. Jamás tuve un día, una mentira, una persona, un beso ni un sentimiento igual a este, jamás lo tendré...
¡Y yo solo iba a traer el correo!

miércoles, 13 de enero de 2010

Black And White

- Bien, ya fue suficiente. – mi novio entró como una fiera a mi habitación, y cerró la puerta con un fuerte golpe. Se sentó en mi cama, frente a mí. Desvié mi mirada hacia el suelo. Mi vista periférica me permitió ver como hundía su rostro entre sus manos, exasperado - Debemos hablar, esto ya me está volviendo loco.
- No sé de que hablas – contesté, con mi vista aún clavada en la madera. Sentí como Nick tomaba mi barbilla, y me obligaba a mirarlo a los ojos. Reflejaban un solo sentimiento: desesperación.
- Vamos, Camila, háblame – me suplicó. Mantener el contacto visual con sus ojos me estaba costando horrores. Nicholas me conocía demasiado bien, seguro ya había leído en mi mirada que algo no estaba bien. – Solo quiero saber que ocurre.
- Nada – dije, cortante, y me zafé de su agarre. Miré hacia otro lado, mientras mis ojos se humedecían. Nick suspiró.
- Es sobre Miley. – no era una pregunta: era una afirmación – Cami, amor, cuantas veces tengo que decírtelo… no hay nada entre nosotros.
- ¿Cómo puedo saberlo? – las lágrimas ya se asomaban por las comisuras de mis ojos. Intenté contenerlas, pero sabía que no lo lograría por mucho tiempo – Pasas más tiempo con ella que conmigo, componen juntos, en lo eventos siempre está merodeando cerca de ti… - mi voz se quebró. Nick tomó mi rostro entre sus manos.
- Escúchame, por favor. Entre Miley y yo no hay nada. Son solo estúpidos rumores…
- Que ella ayuda a engordar – lo corté. Él bajo su mirada, y soltó mi cara, mientras soltaba todo el aire que tenía en sus pulmones.
- Hablaré con ella, ¿está bien? – dijo. – Pero debes confiar en mí. Tú ya sabías como son las cosas cuando empezamos a salir, lo hablamos miles de veces. – volví a enfocar mi atención en el suelo. En ese momento, mis zapatos tirados cerca de mi cama parecían mucho más interesantes que la mirada acusadora de mi novio. Escuché como chasqueaba la lengua, y me vi obligada a volver a clavar mis ojos en él. – Camila… Nunca te engañaría.
- No podría soportarlo otra vez… - una lágrima primeriza se deslizó por mi mejilla, y Nick me la quitó con su dedo índice.
- ¿Cuándo vas a entenderlo? Yo no soy como Edward, Cami, nunca te haría algo así… no podría. Eres muy complicada, amor. Deberías dejar de pensar tanto. – reí un poco, mientras limpiaba los restos de lágrimas en los ojos. Intenté sonreír, pero mis labios solo formaron una débil mueca. Mi cerebro era un terrible nudo de ideas, había tantos cosas mezcladas que ni yo misma me entendía.
En primer lugar: el miedo al rechazo. Nunca me había enamorado tanto de alguien, ni siquiera de Edward, y la simple idea de que Nick dejara de ser parte de mi vida destrozaba mi corazón. Y su “mejor amiga”, Miley, no ayudaba para nada. Cuando empezamos a salir, pactamos que quedaría entre nuestros íntimos: nada de prensa. Me pareció lo más lógico… hasta que la señorita Cyrus decidió entrometerse. Sus constantes indirectas, ya casi directas, sobre su relación con mi novio me estaban volviendo loca. Nick podría asegurarme una y mil veces que ella no sentía nada por él, pero yo sabía que estaba equivocado. Y no podía ignorar el hecho de que ella era miles de veces más bonita y talentosa que yo. Entonces, ¿qué hacía Nicholas con una chica como yo, cuando podría tener a una chica como ella? No tenía lógica. Y eso me incomodaba muchísimo.
Pero iba más allá de eso. Los celos eran casi un tema fácil a comparación del resto…
- Hay más. – desperté de mi transe mental, sobresaltándome. Una vez más, Nick había afirmado en vez de preguntar. Me conocía hasta mejor que yo misma. – Camila, no podemos seguir así… ¡al menos mírame! – exclamó, tomándome por los hombros. Antes de volver a mirar sus ojos, cerré los míos por unos milisegundos – ¿Qué es? ¿Qué es tan difícil de decirme que estás dejando que arruine nuestra relación para no hacerlo? – volví a desviar mi mirada, ya demasiado empañada. – Camila, por favor, hablemos, te lo suplico…
Cerré mis ojos, mientras un sollozo sacudía levemente mi cuerpo.
- Recibí una oferta… desde Harvard. – dije, con un hilo de voz.
- ¿Qué? – la expresión de Nick se desfiguró completamente. Su boca se abrió unos cuantos centímetros, mientras negaba con la cabeza – ¿Concursaste? – solo pude asentir. – Creí que habíamos acordado que no lo harías…
- Tú no lo entiendes – por primera vez, clavé mi mirada en sus ojos almendrados por voluntad propia – Nunca podrías entenderlo…
- Explícame, porque de verdad no te entiendo. – pude verlo en sus ojos: estaba enfadado. - ¿Qué es lo que quieres? ¿Alejarte de mí? ¿Quieres dejarme, Camila?
- ¡Claro que no, Nick! – exclamé, desesperada. - ¿Cómo voy a querer dejarte, si eres lo mejor que me pasó en la vida?
- Pero si quieres pasarte 12 años encerrada en una universidad, lejos de mí, viéndonos solo unas 2 veces al año. ¿Cómo crees que eso puede funcionar?
- ¡No es eso lo que quiero! – exclamé. – No lo entiendes…
- No, ¡no te entiendo! – Nick gritó más fuerte que yo, llevando sus manos a su cabello, y agarrándose la cabeza. – Intento, ¡puedo jurarte que intento! Pero simplemente es ¡imposible! ¡No quieres que nos separemos, pero te iras a estudiar una carrera interminable en una de las universidades más complicadas del país! ¿Qué pretendes? ¿Qué deje la banda y me vaya contigo? ¡Lo haré si es lo que quieres!
- No, Nicholas, ¡por favor! – Exclamé - ¡No puedes hacer eso!
- ¿Y entonces?
- ¡Debo proteger mi futuro! ¿Está bien? ¿Es eso lo que querías escuchar?
- ¡Otra discusión que ya habíamos tenido! – Nick inspiró una gran bocanada de aire, intentando calmarse – Creí que habíamos acordado que tu futuro era conmigo.
- No voy a ser una mantenida, Nicholas. – sentencié.
- ¡Pues estudia a distancia! Creí que hasta habías encontrado un muy buen curso…
- Si, todo genial, pero nunca encontraré un buen trabajo con un título así. – lo interrumpí.
- ¿Es todo por un tema de dinero? ¿Quieres ganar mucho? Camila, no sé si te diste cuenta, pero cada uno de nosotros ya tenemos una cuenta corriente bastante gorda…
- ¡No es por el dinero, Nick! ¡Argh! – llevé mis manos a mi cara, cubriéndola completamente. Me paré de un salto, y comencé a caminar por toda la habitación.
- Hay algo que me estoy perdiendo – susurró Nick. Suspiré sonoramente, y me acerqué a él, con mis ojos cerrados.
- ¿Qué pasaría… qué pasaría si lo nuestro no dura? – susurré, en un tono casi inaudible. Abrí mis ojos: Nick me miraba casi horrorizado. - ¿Qué pasaría si, en unos cuantos años, o quizás meses, nos damos cuenta que no somos el uno para el otro? Necesito tener una segunda opción, Nick.
Mi novio se paró, quedando a centímetros de mi cuerpo. Me tomó por la cintura, y me acercó más a él, hasta que nuestros cuerpos quedaron prácticamente pegados.
- ¿No lo sientes? – dijo. Una media sonrisa se formó en mi rostro. – No estamos equivocados, Cami. Estoy seguro. Nunca estuve tan seguro de nada en mi vida… Daría todo por ti. ¿No lo ves?
- Lo sé, Nick, si lo siento… pero ¿qué pasa si…?
- Basta. – me cortó. – Basta, por favor, deja de complicarte tanto. Por una vez, mira las cosas en blanco y negro. Simples. Yo te amo, tú me amas… punto final. Deja de meterle color. Solo complicas las cosas.
- No es tan fácil. – murmuré, e, involuntariamente, apoyé mis manos en su pecho. Como siempre que estaba tan cerca de él, mi estómago se volvió un nido de mariposas, y mi corazón latió violentamente.
- Si lo es… tú eres la difícil. – susurró en mi oído. Podía sentir en su voz un dejo de burla. Me alejé un poco, y vi una sonrisa en su rostro – Pero eso es lo que me vuelve loco de ti. – sonreí un poco, y tragué saliva. Quité mis ojos de su rostro, centrando mi atención en el collar alrededor de su cuello. Lo tomé entre mis manos, y comencé a jugar con el. - ¿Qué?
- Nada – dije, moviendo mi cabeza de lado a lado. Nick carraspeó, llamando mi atención. Tenía sus cejas levantadas, en señal de pregunta. – Es que siempre es lo mismo… discutimos, tú dices algo lindo, yo caigo, y allí termina todo.
- ¿No sería más fácil si no discutiéramos? – dijo, besando mi mejilla tiernamente. Cerré mis ojos, y, haciendo un esfuerzo sobre humano, lo aparté un poco de mí.
- No. – me alejé un poco, dándole la espalda, mientras miraba por la ventana.
- Está bien, mira. – dijo, acercándose a mi. – Si quieres ir… ve. Si eso te hace sentir más tranquila… encontraremos la forma de arreglarnos.
- ¿Cómo? – di media vuelta, para encontrarme con él a poco centímetros de mi. Llevó su dedo índice a mis labios.
- Shh – me calló – Lo haces otra vez. Recuerda: blanco y negro. Simple. Lo arreglaremos. No importa como… lo haremos. Nuestro destino es estar juntos… lograremos la manera de cumplirlo.
El brillo en sus ojos, quién sabe porque, me dio la seguridad de que tenía razón. No pude más que sonreír, y presionar sus labios suavemente, mientras él me tomaba por la cintura.